Sur de Italia en fotos
El sábado 13 de agosto, hace 5 meses, partíamos desde el puerto de Barcelona rumbo a Civitavecchia, tras muchas horas esperando frente al barco (esta vez las motos embarcamos las últimas) subimos al barco a buscar un rincón tranquilo donde poner nuestra colchoneta y pasar la noche.
En Civitavecchia solo tuvimos tiempo de encontrar el hotel y salir a cenar alguna cosa. Tras levantarnos y tomar un café salimos rumbo a Nápoles, recorrimos los primeros kilómetros por autovía sin problemas, pero cuando dejamos ésta para seguir por carreteras más pequeñas descubrimos la conducción creativa italiana, el número de carriles de la carretera crece en función de las necesidades de los que circulan y cualquier lugar es bueno para pasar si el coche cabe. Aun así, en 15 días de carretera y varios miles de kilómetros no vimos ningún accidente.
Llegamos al centro de Nápoles en tren, tras dejar la moto y el equipaje en el bed and breakfast, cuando salimos la luz fría posterior al atardecer y el azul del cielo inundan las calles. Caminamos en dirección al puerto por una zona de viejos y altos edificios de pisos para trabajadores, cuyas fachadas han ido mutando a medida que cada habitante ha ido reformando su parte. En los bajos multitud de capillas con vírgenes o santos y fotos, flores y luces.
Aunque es turística y las pizzerías y bares llenan las calles del casco histórico, Nápoles me deja la sensación de ser una ciudad real y no un parque temático como muchas de las grandes ciudades europeas.
Tras Nápoles seguimos al sur, a Pompeya. Las ruinas son impresionantes y ayudan a poner en perspectiva todos los avances de los que disfrutamos, que a menudo parecen más recientes de lo que son realmente.
La peor parte de Pompeya es, desde mi punto de vista, la falta de información. Como en el resto de ruinas que hemos visto, hay información sobre que fueron y como fueron esos edificios cuando se construyeron hace más de 2000 años, pero en muchos casos hay zonas reconstruidas o restauradas donde no es posible saber que había allí cuando lo encontraron o como se ha restaurado. Seria interesante tener más información sobre la evolución y la historia del edificio desde que se construyó hasta el presente.
Salimos desde Pompeya con la intención de cruzar la península hasta la costa adriática, pero para variar salimos tarde. Tras recoger la moto y localizar un bar con wifi empezamos a buscar rutas y alojamientos para esa noche, cuando llegábamos a las primeras carreteras de montaña empieza a anochecer.
Hemos reservado una habitación a 50 kilómetros de Bari, en la Masseria dell’artista una antigua casa de campo convertida en hotel rural muy recomendable. A la mañana siguiente decidimos aprovechar el buen desayuno, el sol del jardín y la charla con el artista, Vito Labianca, ya jubilado que nos relata sus aventuras de juventud en Venezuela y España, incluida una casi boda con una Madrileña, frustada por su família que le escondió durante treinta años la carta donde ella le daba el “sí quiero”.
El casco antiguo de Bari, parece no haber cambiado en los últimos 50 años, la gente charla a la fresca y los niños corren y juegan por las callejuelas estrechas donde solo caben peatones y vespas.
Cuando llega la noche parece que todos corremos a hacer cola en la pizzería di Cosimo un local minúsculo donde el calor hace imposible permanecer más de 5 minutos. Coger número (para la cola de pizzas al horno o fritas), pagar y esperar que sea tu turno compadeciéndote de los trabajadores. Veinte minutos después estamos comiendo una espectacular pizza frita en la terraza.
La siguiente mañana partimos de nuevo desde la masía, pero esta vez hacia el oeste, paramos en Matera para recorrer la ciudad construida sobre una pequeña montaña (parece que los Italianos tienen alguna obsesión con construir ciudades en las partes más altas de las montañas) y con parte de sus edificios excavados directamente en la roca.
Desde Palermo salimos hacia Cagliari, en el sur de Cerdeña, navegando en un pequeño ferry donde ya no cabía una colchoneta más, esta vez tuvimos que dormir, o intentarlo, en las butacas.
Ahora solo nos quedan 2 días para cruzar Cerdeña de sur a norte, disfrutando de las pequeñas carreteras, los paisajes y las playas sardas.